Continuamos dando a conocer el testimonio de algunas de nuestras familias de la ESO. El matrimonio Carro Rodríguez nos cuenta cómo conocieron Ribamar y qué es lo que les impulsó a decidirse por este centro ubicado en pleno barrio de Santa Cruz, así como también, que es aquello, según su experiencia, que más les gusta del centro educativo.
Ellos nos cuentan que conocieron la labor de Ribamar por referencia de unos familiares. «Buscábamos un centro con buenas referencias, con formación espiritual, algo fundamental para nosotros, y el cuidado personal y acompañamiento que hacen con las alumnas, que fue lo que finalmente nos hizo decantarnos por él», explican.
En cuanto a los aspectos de nuestro proyecto educativo que consideran más valiosos, destacan «el trabajo
espiritual y el valor personal de la alumna a través de las tutorías personalizadas. En estas edades es, si cabe, aún más necesario que las niñas tengan una referencia con quien hablar, con quien compartir cómo se sienten, sus temores o dificultades, en definitiva, algo básico porque para poder rendir académicamente lo primero que tienen es que sentirse felices, seguras y queridas».

«Para nosotros el acompañamiento que le ha realizado Rocío Galán, la tutora personal (y a la vez de clase) de nuestra hija, ha sido básico para transitar estos años. Estamos muy agradecidos por su atención, su cuidado y cariño». » Nuestra relación con el centro educativo y la comunicación con el ha sido fantástica.
Nuestra hija entró en 2º ESO pero nos sentimos desde un principio muy acogidos y parte de esta familia. También hicimos un COF (Curso de Orientación Familiar) donde compartimos esta experiencia con otros padres y docentes del centro. La directora, Marta Valdés, siempre ha sido también muy cercana y cariñosa. Es un centro especial donde siempre notas la cercanía del equipo docente», nos comparte la familia Carro Rodríguez.
Además de su cuidado personal para con las niñas, aparte del académico, «también agradecemos su preocupación por el bienestar de las niñas. Creemos que a nuestra hija su paso por el centro le ha ayudado a madurar tanto a nivel personal como espiritual»
Ellos consideran que «los límites (reflejados en las normas) son siempre importantes, pero también
el cariño. Por lo que la combinación de ambas es lo que ofrece seguridad y permite el crecimiento en todos los sentidos. Como hemos nombrado antes, las tutorías personales han sido básicas para ello».

«Hemos podido ver que nuestra hija ha crecido en todos los aspectos, desde su relación con Dios, hasta su madurez personal. Con la ayuda del centro ha aprendido desde la importancia del trabajo bien hecho,
hasta la resolución de conflictos». También valoramos las mejoras en el esfuerzo, el trabajo diario, a nivel académico, la resolución de conflictos, la empatía y la importancia de la oración, el perdón y la importancia del encuentro con el Señor en la Eucaristía.
Por último, de las actividades que se llevan a cabo en el centro ellos valoran positivamente, la relación con el docente, la fiesta de Navidad, cuando preparan villancicos para todo el centro y familias, y las salidas
extracurriculares como el viaje a Fátima, momento para compartir con las compañeras, a la
vez que vivir una experiencia de fe». Por ello, si ellos tuvieran que recomendar a otra familias Ribamar lo harían destacando el cuidado a sus alumnas, la atención personalizada tanto con las niñas como con las familias. La sensación de formar parte de una gran familia».
De cara a seguir creciendo y mejorando nuestra atención a las familias, ellos destacan facilitar los horarios de las escuelas de padres, un lugar de encuentro para todos y potenciar más las visitas al extranjero. Su hija estuvo en un intercambio en Francia y disfrutó de esta experiencia que les permite aprender idiomas mientras disfrutan y conocen nuevos lugares, además de ayudarles a madurar.
